Estas personas, en ocasiones, son víctimas de extorsión y explotación, a veces por redes organizadas, otras desde el propio ámbito familiar o por particulares, siendo especialmente utilizadas personas con discapacidad, mujeres y ancianos.
Pero la limosna que estas personas reciben en la calle no sirve para mejorar su calidad de vida sino que contribuye a hacer crónica la mendicidad y rompe o impide que quienes la practican entren en un proceso de integración y de recuperación de su vida social y familiar.
Se da el caso de que algunas de estas personas llegan a rechazar las ayudas sociales que pueden tener a su alcance, como la renta garantizada de ciudadanía y los apoyos que se les ofrecen desde las entidades para poder mejorar su calidad de vida, porque en algunas ocasiones, obtienen más ingresos mendigando.
Hay que recordar que el uso de menores como reclamo para la mendicidad es un delito que los ciudadanos deben denunciar si se cruzan con una situación de estas características.
Desde los servicios sociales se ofrecen alternativas a las personas que ejercen la mendicidad con el objetivo de facilitar su integración social. Pero estas prácticas no se pueden modificar sin la colaboración de todos los ciudadanos.
Es muy importante que la ciudadanía conozca estas situaciones para poder erradicarlas y contribuir a buscar alternativas a la mendicidad colaborando con las entidades que trabajan en estos ámbitos.
AYÚDALES, ¡NO LES DES LIMOSNA! CUANDO DAS DINERO EN LA CALLE SOLO AYUDAS A QUE LA MENDICIDAD SE MULTIPLIQUE. DIRIGE TUS DONATIVOS A ORGANIZACIONES DE AYUDA ACREDITADAS PARA DAR RESPUESTA.